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Como todos bien sabemos estamos enfrentando un hecho histórico sin precedentes.

Muchos de nosotros hemos mirado un sin número de películas sobre enfermedades, virus y pandemias que arrasaban a la humanidad pero en la inquietud que sentíamos desde el sillón de nuestras casas (o la butaca del cine, que hoy extrañamos), no imaginábamos que esto podía hacerse realidad.

Pero acá estamos tratando de seguir viviendo y de seguir manteniendo “la normalidad” de nuestras vidas a pesar de todo.

La escuela no escapa a este contexto. Una institución con cientos de años que fue creada con el objetivo de juntar a nuestros niños para que en la interacción que se dé entre ellos y con sus maestros fluya el conocimiento, la creatividad y el desarrollo de las potencialidades que todos como seres humanos tenemos.

¿Qué nos sucede hoy con todo esto? El aislamiento social obligatorio que en este momento es nuestra mejor barrera contra este virus pone en tela de juicio nuestras estructuras como institución educativa. De pronto de un día para el otro todo lo que sabíamos hacer y el modo en que lo sabíamos hacer no sirve más….

Acompañando a esta desestructuración surge un mensaje social claro y firme: “tenemos que seguir enseñando, nuestros niños tienen que seguir aprendiendo, tenemos que garantizar que la escuela llegue a sus casas”. Con la certeza de que esto es lo correcto nos pusimos al hombro esta enorme responsabilidad, pero… ¿cómo hacerlo?

Como cada vez que uno tiene que hacer algo nuevo recurrimos a nuestros mecanismos conocidos y tratamos de empezar a jugar con ellos. Porque rápidamente nos dimos cuenta que esto era muy distinto de estar en la escuela, pero que tampoco servían los mecanismos virtuales o de enseñanza a distancia y saben ¿por qué?

Porque estamos en un contexto único, irrepetible e inédito frente al que no tenemos respuesta.

Nunca tuvimos una escuela en tiempos de pandemia, nadie ensayó enseñar en tiempos de pandemia, nadie investigó, modelizó, diseñó técnicas de enseñanza aprendizaje en tiempos de pandemia.

Frente e esto tenemos dos posibilidades: entregarnos a la desesperación de las preguntas sin respuesta o intentar hacer historia diseñando un nuevo modelo de aprendizaje que sentará precedentes para el mañana.

Nosotros elegimos este segundo camino, poniendo toda nuestra energía, nuestro saber y nuestra experiencia en intentar desarrollar un nuevo modelo, una nueva estructura.

Pero sepan que como todos cuando estamos aprendiendo a hacer algo nuevo vamos a tener tropiezos, idas y vueltas, cosas que nos van a salir bien de primera mano y que vamos a repetir y otras que tendremos que intentar varias veces.

Eso es aprender, intentar y equivocarse, transitar la frustración de que no te sale y sobreponerte para volverlo a intentar, pensarlo de una manera y luego de otra y probar ambas posibilidades para ver cuál es la mejor…. Así es como aprenden los chicos en la escuela todos los días.

Eso es lo que estamos haciendo y ustedes están siendo testigos de esto. Pero además están siendo parte de esto, porque este nuevo modelo los implica con un rol inexistente hasta el momento que yo (con una simpleza que ustedes van a disculparme) voy a llamar de “mediador del aprendizaje”.

Entonces tendríamos un docente y un mediador del aprendizaje, un sistema con dos partes que hacen a un todo. Una parte contiene la información, las herramientas, el diseño de la tarea y la otra parte tiene la función ejecutiva de hacer operativo ese diseño. Sería la encargada de acercar al niño/a esa tarea para que pueda ejecutarla.

Ninguna de las dos partes podría funcionar sin la otra, pero ambas desarrollan una función diferente y complementaria dentro del sistema.

Esta “necesariedad” es la que pone a ambas partes dentro del mismo campo y no enfrentadas. Va a ser imposible diseñar un nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje si no entendemos esto.

Es obvio que no somos máquinas y que no es tan fácil en este momento de incertidumbre, de angustia por la salud, por la economía familiar, por el bienestar psíquico liberarse de todo esto como para ponerse a aprender a hacer algo nuevo…. ¡Pero este es el desafío!

Bienvenidos a esta etapa, bienvenidos a trabajar en algo distinto, bienvenidos a intentar salir enteros y fortalecidos de esta pandemia.

¡Tenemos la oportunidad de no ser víctimas sino de ser historia!

Lic. Andrea Alvarez Drexler

Directora de Jardin